Conoce los distintos tipos de parto para dar a luz
Conoce los distintos tipos de parto para dar a luz
¿Te contamos un secreto? Las heroínas de la maternidad también temen al parto, incluso aunque hayan hecho una preparación para el parto de sobresaliente, y es que esta es una experiencia totalmente nueva y desconocida, pero con una recompensa del más alto nivel: el bebé. ¿Aún no sabes qué tipos de parto existen? ¡Nenuco al rescate! Tras estas líneas el parto vaginal, parto natural, parto inducido y cesárea no tendrán ningún secreto para ti.
Parto vaginal
En el parto vaginal el bebé nace saliendo a través de la vagina de la madre, pero no de cualquier forma ni a toda velocidad. Tu cuerpo se va adaptando poco a poco para dar a luz: rompes aguas, sientes contracciones, empiezas a dilatar y, cuando has dilatado suficiente, empieza el parto en sí. ¿Y ahora cuál es tu rol? Empujar, descansar, volver a empujar… hasta que sale el bebé y expulsas la placenta y las membranas ovulares.
Parto natural
Hay mamás muy valientes que se atreven a conocer de primera mano cómo es el parto sin anestesia ni procedimientos clínicos, a menos que sea estrictamente necesario. En el parto natural tú decides en qué posición prefieres dar a luz, pudiendo valorar más opciones que la horizontal. Así, por ejemplo, hay madres que optan por la posición vertical debido a que el canal del parto se acorta, se amplía y la fuerza de la gravedad facilita la bajada del bebé.
¿Te atreves con el parto natural? También debes saber que no tienes que elegir sí o sí la cama de un hospital. Algunas madres dan a luz en una bañera con agua caliente a 37º, pues dicen que sienten menos dolor y que el agua caliente ayuda a la dilatación cervical. Además, el parto en la bañera les permite colocarse en la postura que desean, el bebé puede disfrutar de un ambiente similar al que tenía en el útero y cuentan con la ayuda de alguien muy especial durante el proceso: papá.
Parto vaginal con epidural
El parto vaginal con epidural también se conoce como parto sin dolor. Y es que su objetivo es, precisamente, que puedas dar a luz sin sufrir los dolores del parto. Aquí entra en juego la epidural, que es la anestesia que te inyectan en la parte baja de la espalda para insensibilizar la parte inferior del cuerpo, de forma que te alivie el dolor, pero puedas ser consciente de todo el proceso, moviéndote y respirando con facilidad. Con el parto sin dolor notarás las contracciones, pero no con dolor, sino como un tipo de tensión muscular.
Parto vaginal con oxitocina
La oxitocina sintética suele ser la protagonista del parto inducido, que es el parto provocado. A veces hay que provocar el parto, por ejemplo, cuando llevas mucho tiempo con contracciones sin resultado, tienes algún tipo de enfermedad por la que no puedas sufrir un parto prolongado, se sospecha que el bebé está sufriendo… Cuando es así, te rompen la bolsa amniótica artificialmente, te administran oxitocina de forma intravenosa y media hora después empiezas a notar contracciones. Si no funciona, la alternativa es la cesárea.
Cesárea: lo que hay que saber
También hay casos en los que un bebé no puede nacer mediante un parto vaginal. A veces, se sabe de forma anticipada y se programa la cesárea, pero otras no queda más remedio que recurrir a una cesárea de urgencia debido a complicaciones en un parto que a priori iba a ser por vía vaginal. ¿Qué debes saber de la cesárea?
Qué es la cesárea
La cesárea es una intervención quirúrgica cuyo objetivo es extraer el bebé del útero mediante una apertura en el vientre. Dura como mucho una hora y es un proceso en el que estás despierta, pero no del todo: de cintura para abajo te anestesian. Una vez la anestesia hace efecto, el cirujano realiza un corte en la zona del área púbica, abre el útero y el saco amniótico y saca al bebé. Luego, limpian al pequeño, comprueban que la respiración y otras funciones vitales están bien, te sacan la placenta y cierran la herida.
Cuándo se hace una cesárea
Los médicos que lleven tu embarazo serán los que mejor puedan aconsejarte en cuanto al tipo de parto que deberías tener. Hay veces que, por mucho que te apetezca tener un parto vaginal, no se puede y tendrás que recurrir a la cesárea. Algunas, por situaciones de urgencia, como, por ejemplo, si el cordón umbilical de tu hijo o hija se enrolla alrededor de su cuello, y otras porque las condiciones no son las idóneas, como cuando:
- Ya tuviste una cesárea con anterioridad
- El niño está mal colocado
- Has pasado por alguna cirugía de útero
- El parto supone un peligro para el bebé
- Tienes placenta previa, es decir, situada en la parte baja del útero, cubriendo el cuello uterino
- Tu bebé tiene un gran tamaño en comparación con tu pelvis
- Vas a tener más de dos bebés
- Presentas alguna obstrucción que pueda complicar el parto vaginal
Recuperación tras una cesárea
La recuperación de una cesárea es un poquito más dura y larga que la de un parto vaginal, lo que es lógico, pues se trata de una operación. He aquí algunos consejos para recuperarte de una cesárea:
- Déjate ayudar: no es el momento de negarte a delegar. Papá, tus amigos y familiares están ahí para echarte una mano, no se lo impidas, ni siquiera cuando creas que te sientes bien.
- Nada de esfuerzos: olvídate de cargar pesos hasta que pasen tres semanas como mínimo y mima mucho esa herida que te ha permitido traer a tu bebé al mundo.
- Haz los deberes: tu médico te dará indicaciones para el proceso de recuperación, que pueden incluir medicamentos, el uso de una faja especial… ¡hazle caso!
- Dale vida a esos pies, mami: caminar te vendrá bien para irte recuperando y, además, te ayuda a eliminar los gases que pueden quedarse ahí tras una operación de este tipo.
Cómo saber si estoy de parto
Si es tu primera vez como mamá, seguro que ya te están atacando las incógnitas sobre el parto: ¿cómo será? ¿cómo sabré si estoy de parto? ¿cuándo debo ir al hospital? Todas esas preguntas normales que surgen a las mamás. ¡Trucos Nenuco para ayudarte a reconocer el parto a la carga!
Unas semanas antes del parto…
Ese momento de calma que te da tu hijo o hija al final del embarazo, permitiéndote respirar mejor y bajando la barriguita es una señal de que hay un bebé a punto de llegar a la recta final. Se ha encajado para el parto y te lo comunica dándote aún más ganas de hacer pis y haciendo que te esfuerces más para caminar. Y si las señales no son suficientes, tranquila, tu escudero el ginecólogo, se ocupará de contarte si se ha encajado y se ha posicionado bien de cara al parto.
¡Tengo contracciones! ¿Al hospital?
¡Quieta, ahí, mami! Tu cuerpo puede querer enseñarte qué se siente con las contracciones mucho antes de que te pongas de parto, con algunas cortitas y bastante irregulares, pero estas no son contracciones de llegada del bebé, sino de ir ablandando y ensanchando el útero, o, en otras palabras: de borramiento del cuello uterino. ¿Truco Nenuco? Aprovéchalas como entrenamiento para las de verdad, controlando la respiración y aplicando las técnicas de relajación que has ido aprendiendo durante la preparación del parto.
El gran aviso: ¡mamá ha roto aguas!
Si has roto aguas, entonces, sí, coge tu bolsa para el parto y la canastilla del bebé: nos vamos al hospital, pero sin prisas el bebé aún va a tardar en nacer. Y recuerda: de camino al hospital, tranquilidad, aunque el bebé se tome su tiempo, también es un riesgo al volante si el conductor está nervioso.
Contamos los minutos
Contamos los minutos, pero no los de la impaciencia por conocer al bebé, los de las contracciones. Ahora sí: las contracciones del parto han llegado para quedarse e irle abriendo paso al bebé, haciéndose cada vez más fuertes y constantes. Cuantos menos minutos pasen entre una y otra, menos le faltará a tu bebé para nacer.
¿Y tú? ¿Qué tipo de parto prefieres? ¡Cuéntanos tu opinión en nuestras redes sociales con el hashtag #YoSoyLaMadreQue… sé cómo va a nacer!